viernes, 13 de abril de 2012

El supremo sacrificio del sisón


De las conductas animales podemos destacar algunas que son realmente sorprendentes. Para mí una de ellas es la del macho del sisón (Otis tetrax) y su extremo sacrificio. El macho del sisón, posee una particularidad curiosa en su vuelo. El batir de sus alas produce un silbido que es capaz de atraer la mirada de los depredadores y así estos pueden desviar su mirada de la prole que se puede poner a la fuga.
Hace unos años, trabajando en el campo de maniobras tuve ocasión de disfrutar de una de estas temporadas en la que los sisones son realmente frecuentes. Me encantaba ver y oír volar a estas aves que intentaban llamar mi atención y desviarme de mi ruta para (supongo) evitar que localizase el lugar donde estaban los pequeños o el nido. Había leído que este silbido se produce al poseer los sisones machos un pluma más corta entre las rémiges primarias de ambas alas. Yo me preguntaba que si esto era así, por qué no silban las alas de todas las aves cuando mudan sus plumas y tienen una rémige primaria más corta que las otras aunque sea de modo temporal.
La respuesta llegó ese mismo año. En este caso la respuesta vino del sacrificio de un macho de sisón. Encontré los restos de un macho de sisón que había visto días atrás y que fue atacado por un águila real (Aquila chrysaetos). Cabeza arrancada, ningún resto más del cuerpo, un manto de plumas y un ala intacta... Todavía estaba la sangre fresca.
Sabía de la presencia del águila,  un ejemplar joven del año anterior que había visto por la zona. Los pastores, también la habían visto, y se quejaban de la desaparición de varios corderitos pequeños. Un día la vieron devorando a uno. Aseguraban que si seguía así alguien le pegaría un tiro, pero esto es otra historia.
El caso es que cuando ví lo poco que quedaba del sisón, cogí el ala todavía fresca y la agité como lo hiciera momentos antes su antiguo propietario y surgió el milagro. El ala empezó a silbar. Mirando las plumas del ala, vi que no sólo la rémige del sisón es más corta, sino que tiene unas escotaduras extrañas en los márgenes externo e interno de la pluma en concreto. Sin duda ha de ser ésta forma característica lo que produce el siseo (que por otra parte da nombre al sisón), y no la longitud de la misma.
En el manto de plumas que dejó el águila real tras su comida, encontré sueltas las rémiges primarias que en esta foto os muestro. El ala, la guardé como la encontré y aunque transcurridos varios años desde su hallazgo,   su sonido es todavía audible aunque con menor intensidad cuando se agita arriba y abajo. Hoy el ala del sisón que tantas veces llamó mi atención todavía puede sorprender a aquellos que oyen el silbido cuando la agito arriba y abajo en el aire al tiempo que les cuento esta historia.

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